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Tomás Ochoa – Línea Negra

15 marzo, 2023

Tomás Ochoa es uno de los artistas más sobresalientes de la actual escena visual en Ecuador y es el que ha podido con mayor desenvoltura labrarse una carrera internacional, como lo atestiguan las exposiciones en las que ha participado en distintos continentes. La literatura y la filosofía suministrarían cambios de rumbo a sus relatos artísticos y a su manera de conceptualizar y comienza a usar la fotografía y sus afines como un soporte regular que ha caracterizado su propuesta hasta la fecha. Asimismo, su pensamiento crítico se ha agudizado para provocar una obra que reflexiona sobre conflictos del presente y del pasado siempre apoyado en la investigación como un requisito indispensable.

Tomás Ochoa es un artista multimedial que no solo ha utilizado la pintura y la fotografía como referente, sino que ha hecho videos, instalaciones y recurrido a distintas sustancias ancestrales, así como a la pirotecnia para incrementar los alcances del significado y el significante en sus obras.

Crónica

Por Tomás Ochoa.

En marzo del 2003 un grupo de Indígenas Arhuacos recorrieron la base de la Sierra Nevada de Santa Marta, delimitando de manera simbólica la frontera de su territorio ancestral. A este trazado los mamos Arhuacos lo llamaron La Línea Negra.

Es febrero del 2016, llamo a mi amigo el fotógrafo y cronista de guerra Stephen Ferry para que me de pistas sobre los lugares en Colombia de mayor presencia de grupos armados, le cuento de mi proyecto sobre el paisaje colombiano relacionado con la violencia. Stephen me cita para almorzar y aparece con un ejemplar de Violentología su último libro publicado en 2012. En el que cuenta que Los Mamos Arhuacos durante una semana caminaron por La Línea Negra atravesando áreas peligrosas bajo control paramilitar.  “Durante la siguiente década su estrategia logró reducir la violencia y fortalecer el control indígena del territorio”.1 Contemplo las conmovedoras imágenes de aquella crónica, mientras su autor me explica que esta acción propiciatoria buscaba restablecer el equilibrio natural que había sido alterado por la presencia de los grupos armados recurriendo a sus ritos ancestrales. No puedo dejar de pensar en la dimensión épica y de resistencia de esta acción aparte de lo cerca que está de la idea de obra de arte total. Este rito propiciatorio devino en acción política, pero sobre todo en acción poética.

A partir de esta revelación me propuse desarrollar este proyecto en el cual intento re visitar la acción de los Arhuacos llevando sus intenciones fundacionales al terreno del arte; recorriendo y documentando diversos lugares de Colombia en dónde hubo y hay presencia de grupos armados. Siguiendo su impronta para actualizar el sentido poético de “La Línea Negra” en el contexto del proceso de paz de estos días; en una búsqueda de imágenes que potencien y doten de nuevos sentidos a aquel gesto primordial: “Caminar para sanar el territorio” lo relaciono con el situacionismo en donde la Derivè conduce a una revelación o un descubrimiento psicogeográfico.

Llega marzo, parto hacia el Meta para empezar desde el centro geográfico de Colombia en Puerto López, de ahí sigo -por prescripción- hacia Lejanías en cuyas laderas todavía se pueden ver las cicatrices de la guerra, voy en busca del valle que Wade Davis describe en El Río como el valle más hermoso que habíavisto en Colombia. Es el Piemonte que surca el Río Guejar. Enormes formaciones rocosas dan lugar a remansos naturales de agua cristalina. Pienso: esto pronto se llenará de turistas.

Ya es Abril. Yona, una muchacha desplazada por la violencia cuyos tíos fueron asesinados por grupos paramilitares me cuenta: “Mi pueblo, al sur de Bolívar, sería un paraíso si no fuese por la guerra; casi nadie de afuera ha podido ver esos paisajes” Le pido a Yona que me lleve a su pueblo para ver, recorrer y fotografiar su paraíso. Yona se adelanta para pedir permiso al jefe de la guerrilla acantonada en su pueblo. Cuando llego me percato de la connivencia entre la guerrilla, los paramilitares y el ejercito los cuales se han repartido convenientemente el control de la zona para cobrar lo que unos llaman impuestos y los otros vacunas.

En Mayo mi amigo Pedro Franco, quien ha recorrido el mundo con su cámara y su fina ironía, me muestra los bosques del Chocó y la Sierra Nevada. Lo animo a que junte su mirada a este proyecto, no sólo que acepta si no que generosamente nos abre las puertas de su casa. En los meses siguientes Yona, Pedro y yo nos recluimos en “La Cicuta” para arremeter con fuego las instantáneas del camino de nuestro frente.

Las imágenes de este proyecto proceden de fotografías del trayecto ampliadas a grandes dimensiones mediante el procedimiento de sustituir los pixeles por granos de pólvora que al ser quemada se fija sobre la superficie. La contradicción entre la apariencia bucólica y paradisíaca de los paisajes y el fuego con el cual se han plasmado evoca las paradojas que surgen al analizar cuestiones en torno al paisaje y los ecosistemas en relación a la violencia. Paradójicamente la presencia de grupos armados preservó ciertos nichos ecológicos de Colombia del avance del progreso. Valles y bosques primarios en el mismo estado natural de hace un siglo. Este paisaje que está siendo alterado en tiempos recientes más bien por la presencia de la minería formal e informal y que un eventual proceso de paz cambiará para siempre.

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