El arte tiene el poder de inmortalizar momentos y reinterpretar historias. En el caso de Ariel Cabrera Montejo, un destacado pintor cubano contemporáneo, esta capacidad se manifiesta en cada trazo de su pincel, convirtiendo sus relatos en imágenes que trascienden el tiempo.
En sus obras encontramos cómo naturalmente lo figurativo de sus personajes se combina con una narrativa envolvente, e incluso, surrealista en algunas ocasiones. Sus cuadros presentan escenas que parecen haber sido capturadas en medio de la acción, con una precisión y un detalle que dan la impresión de ser fotografías antiguas, junto con una mezcla de técnicas pictóricas y pinceladas más evidentes, que crean una combinación entre una simulación documental y lo artístico.
El poder narrativo de Ariel Cabrera trasciende lo visible. Sus pinturas no son solo representaciones visuales, sino verdaderos relatos en los que se mezcla la emoción, el contexto histórico y la reflexión personal. El espectador se convierte en un participante activo, invitado a interpretar y a conectar los puntos entre las figuras y escenarios que aparecen en el lienzo. Cabrera Montejo no ofrece respuestas fáciles ni relatos cerrados, sino que deja espacios abiertos e invita a cuestionar cómo se cuenta la historia y quién tiene el poder de narrarla.
Su trabajo se destaca por la conjugación entre lo épico con lo cotidiano; lo moderno con lo antiguo. En sus cuadros no solo vemos a héroes, sino también a personas del común, mujeres y niños, todos parte del entramado social y cultural.
El gran dominio técnico de Ariel Cabrera es innegable. Con una formación sólida en dibujo y pintura, su trabajo refleja una herencia académica que respeta las convenciones clásicas, pero las lleva a un nuevo terreno. El uso de la luz y las sombras, las texturas casi palpables y la precisión en los detalles anatómicos recuerdan a los maestros del pasado, pero la composición, la narrativa, el uso de su maestría para similar collages que añaden juegos de dimensionalidad a sus obras, son decididamente contemporáneas.
En sus obras, rara vez hay un personaje o una escena principal. Es común encontrarnos con una convivencia de hechos, de ficciones, de realidades, de historias, en cada parte de sus composiciones. Ariel Cabrera logra que cada uno de estos elementos se mantenga interesante y relevante.