Cada vez que tengo la oportunidad de apreciar la obra de Olga de Amaral, la veo distinta, diferente, y es que su producción ofrece tantos ángulos de apreciación y tantos argumentos de valoración que cada vez que la confronto, por virtud de esa complejidad, me parece que la estoy observando por primera vez.
La muestra a que me refiero en este texto tiene lugar en la Galería Duque Arango de Medellín y será presentada posteriormente en Casa Más en Bogotá. Es una exposición compuesta por trabajos que salieron en diferentes épocas del estudio de la artista, pero que, gracias a la generosidad de algunos coleccionistas, han abandonado sus nichos privados para ser nuevamente apreciadas por el público.
Aunque se puede, por supuesto, cerrar los ojos y revivir mentalmente la trayectoria de la artista para ubicar cada obra en el momento preciso de su ejecución y en los pensamientos que implicaba en su desarrollo, la exposición incita más bien a abrir bien los ojos, y a concentrarse encada pieza, en sus atributos, características y sugerencias sin tener que meditar sobre la cronología y consistencia de su lenguaje.
Es una muestra para deleitar visualmente, para disfrutar centímetro a centímetro, puntada a puntada, hilo a hilo, nudo a nudo, porque en ella cada uno de los elementos denota una reflexión acerca de su aporte al contenido, al pronunciamiento tanto estético como conceptual que representa.
Entre las obras expuestas figura Nébula que es la única con papel japonés como soporte y donde los metales preciosos brillan por su ausencia, Es una obra evidentemente delicada, y por lo mismo, testimonio del refinamiento involucrado en la concepción y ejecución de su trabajo. Refinamiento y exquisitez, es importante recalcarlo, que son omnipresentes en las obras de Olga de Amaral ya que se pueden reconocer en cada una de ellas, sea de cualquier época y cualesquiera sean sus materiales.
En algunas de las obras expuestas es más notoria que en otras la naturaleza de su oficio. Por ejemplo, en los espléndidos Lienzos Ceremoniales, el hilo, emblema de la tejeduría, se impone visualmente, suelto, pero no libre, sino ordenado rigurosamente como recipiente de colores que visibilizan la agudeza cromática de la artista: en una de estas piezas una suave armonía es el atributo sensual sobresaliente, en tanto que en otras es el contraste de tonos fuertes y definidos entre los cuales el “azul Klein” denota una clara identificación con la modernidad.
En otra obra, el color azul sugiere una grieta en una superficie virgen, una hendidura que recuerda los “rompimientos de gloria” que figuran con frecuencia en el arte clásico para, mediante una ficción de perspectiva, representar el plano espiritual sobre el plano terrenal. En la obra de Amaral se trata más bien del plano sensorial y del plano espiritual, siendo la superficie total el plano sensorial que se extiende invitando al deleite de examinarlo minuciosamente, mientras que la grieta sería el plano espiritual por donde escapan nuestros pensamientos hacia ámbitos construidos con las experiencias de cada observador.
Otra obra incluida, Umbra, o sea, Sombra, hace referencia a la penumbra que, en relación con las artes plásticas enriquece las cualidades de la forma y el espacio al tiempo que realza el volumen y las texturas. Esta obra, parece más silenciosa, más serena, debido quizá a la laminilla de plata que desde el fondo determina la sutileza de los tejidos y por ende de sus sombras. También se muestran otras obras en las cuales la hojilla de plata impone su serenidad y su mesura reflectiva.
En la mayoría de las obras, sin embargo la hojilla de oro es el elemento protagónico en la superficie y le concede a las piezas cierto carácter de “objetos de poder” dignos de ser atesorados, pero no sólo por el valor monetario del metal que de todas maneras brilla seductoramente, sino por el destino que ha tomado en las manos de Olga e Amaral de convertirse en arte, en conducto para expresar sensiblemente ideas y pensamientos relativos al mundo y a la vida, de responder sensualmente a inquietudes intelectuales que sin duda han alimentado sus reflexiones creativas.
La naturaleza ha sido un referente en la obra de Olga de Amaral desde sus inicios y ha habido etapas en las que su trabajo ha hecho imperativo pensar en la hojarasca, en la tierra, en la vegetación. Y aunque solo una de las obras expuestas en esta muestra tiene un título relativo a la naturaleza, Bosques, la naturaleza, orgánica e inorgánica, provee toda la materia prima para la exposición. Bosques se representa verticalmente que es una de las formas favoritas de la artista, y en este caso recuerda las columnas salomónicas por las direcciones envolventes que toman los tejidos .
Más descriptivo de su producción es el título Alquimia que llevan algunos de las obras puesto que su trabajo es claramente alquímico. Los alquimistas buscaban transmutar la materia y eso es precisamente lo que hace Olga de Amaral, transmuta materiales como el oro en arte, en algo más valioso que el oro, porque es producto del ingenio humano.
Desde la antigüedad el oro ha estado vinculado con el misticismo y se le han atribuido propiedades mágicas. En la muestra, por ejemplo. hay una Estela (monumento conmemorativo originalmente en piedra) que ostenta un sol en clara referencia al politeísmo que representa su imagen. No es extraño entonces que el Sol, dios en muchas culturas ocupe un lugar preponderante en los referentes de su obra. La creatividad formal de que hacen gala, unida a la mitología del oro, inician al observador en un viaje mental que lo mismo lo lleva al antiguo Egipto, que a los pueblos precolombinos, que a los orfebres medioevales, que a los altares barrocos ( y hasta a la minería ilegal).
En algunas piezas la forma circular del sol apenas insinuada, pero de todas maneras reconocible, encandila entre los tejidos de hileras de pequeños cuadrados de lino que soportan el pan de oro y que a veces rompen filas para acomodarse a los designios de la artista,
Lo dicho, cada vez que tengo la fortuna de apreciar las obras de Olga de Amaral, las veo distintas, como si hubieran cambiado subrepticiamente, Ahora las veo como un arte cuya validez se inicia en la prehistoria, pero que a partir de materiales fibrosos la artista se ha adentrado en los senderos misteriosos y enriquecedores del arte contemporáneo, haciendo, a través de su obra, claros pronunciamientos acerca de la identidad y la memoria.
Créditos a Eduardo Serrano