fbpx

Ariel Cabrera: Metanarrativas

12 febrero, 2025

“Vi el Aleph, desde todos los puntos, vi en el Aleph la tierra, y en la tierra el Aleph, y en el Aleph la tierra.” — Jorge Luis Borges. El Aleph (1945) 

Un yate blanco, colosal, flota sereno en aguas de un azul vibrante. A su alrededor, personajes y objetos incongruentes parecen sumergidos en sus propias historias: bañistas, vestidos y desnudos, disfrutan de un día de ocio en el agua, mientras soldados mambises, en sus sobrios uniformes, se mantienen alertas. Un biplano, un velero y coloridos parasoles aportan un aire nostálgico que contrasta con la tecnología moderna de la embarcación. En el fondo, farallones verticales confinan la escena. Recuerdan aquellos del Río Hudson, los mismos que inspiraron a los pintores de la Escuela del Valle del Hudson en el siglo XIX. Hoy, esa misma geografía nutre la sensibilidad creativa de Ariel Cabrera. Desde su hogar adoptivo en New Jersey, a orillas de este emblemático río, el artista encuentra una conexión con ese legado estilístico y natural. La escena poco probable de Veterans Yacht Party (2024), descrita anteriormente, habita en la imaginación de Cabrera. Éste la recrea desde diversos ángulos y combina sus personajes y artefactos, de manera caprichosa, en varias de las piezas que forman parte de su exposición individual, Metanarrativas. De manera similar, se presentan en el show otros cuerpos de obra en que el artista, de forma obsesiva, recrea universos que se van haciendo familiares. Por ejemplo, en las series Campaña Húmeda (2022) y Sueños Húmedos (2023), concibe una apoteosis de figuras suspendidas en el agua, que son contempladas por personajes desde otros planos o portales, a través de ventanas de cristal. Como escenarios teatrales, estos mundos de Cabrera combinan arquetipos simbólicos e históricos de distintas épocas en una infinidad de posibilidades creativas. Así, luego de admirar el virtuosismo técnico que los caracteriza y unifica, será necesario imbuirse en sus múltiples capas de significado. 8 El desafío a la linealidad del tiempo y la narración en estas pinturas recuerda el concepto del Aleph de Jorge Luis Borges. En su cuento homónimo de 1945, el escritor argentino imaginó un punto en el espacio que contenía simultáneamente todos los lugares, tiempos y cosas del universo, permitiendo una visión total e ilimitada, aunque caótica e incomprensible para la mente humana: “Cada cosa (la luna del espejo, digamos) era infinitas cosas, porque yo claramente la veía desde todos los puntos del universo.” Jorge Luis Borges, El Aleph (1945) Si bien este concepto de Borges era una reacción a la convulsa realidad que atravesaba su país y el mundo en su momento, en el caso de Cabrera la conciencia de la fragmentación del conocimiento y la imposibilidad de abarcar la totalidad de la realidad se conectan con su biografía y experiencia personal: primero en Cuba y luego en el exilio. Desde el triunfo de la Revolución en 1959, la historia de la isla ha estado marcada por fuertes olas de emigrantes, cuyas acciones y legado han sido eliminados del discurso oficial. El pasado inmediato también se ha idealizado y manipulado, para presentar la Cuba posrevolucionaria como la realización del gran sueño identitario de la Nación. Original de Camagüey, una de las ciudades protagónicas en las luchas independentistas del siglo XIX, Cabrera ha mostrado una profunda fascinación por la historia y los objetos cargados de memoria, desde los inicios de su carrera. En sus años formativos, la incursión en el comercio de antigüedades impactó profundamente en su trabajo. Las fotografías, correspondencias, objetos y otros vestigios del pasado cubano que encontró a lo largo de la isla le permitieron descubrir relatos no registrados en la historia oficial y, al mismo tiempo, desarrollar una admiración por pintores cubanos, europeos y americanos de siglos anteriores, a los que pudo acceder de primera mano. De manera autodidacta, estudió sus técnicas y estilos, incorporando su rigor académico y narrativo a su propia obra. Por otro lado, los períodos de residencia en México, Miami y, en los últimos años, New Jersey, le han permitido acercarse a otras realidades cubanas que complementan las de la isla. En este nuevo contexto, influyen en sus personajes y narraciones, en el tratamiento de las escenas opulentas y de ocio, la cultura material y las costumbres de esa clase media y alta que emigra al inicio de la Revolución. Asimismo, el acceso a los grandes museos en sus viajes a través de los Estados Unidos y Europa y su relación con otros artistas de intereses afines, como su gran amigo, el maestro Julio Larraz, han sido parte fundamental de su nueva experiencia. En La danza del apetito No. 2 (2024), una de las piezas claves en Metanarrativas, Cabrera asume un tono solemne, que evoca el género de la pintura histórica. Sin embargo, otros recursos contemporáneos distinguen la pieza de una mera mímesis de las pinturas de época. Un ostentoso baile de salón a la usanza del siglo XIX ocupa gran parte del lienzo mientras que, en primer plano, dos figuras de mambises en escala de grises, tumbados sobre bultos en el suelo, contemplan la escena. Con un perfil que simula el papel rasgado, estas figuras parecen superpuestas: no se integran al resto de la composición sino que generan cierto extrañamiento, cierta distancia y anacronismo, como si estuviéramos asistiendo a un ensayo; a la maqueta previa al resultado final. Una sensación parecida producen sus nuevas esculturas de bronce, que presenta por primera vez en este show. Inspiradas en escenas de sus marinas, estas piezas conservan el estilo académico y pueden verse como una evolución natural de la figuración en sus lienzos hacia un plano tridimensional. Al mismo tiempo, en su diálogo con las piezas bidimensionales, remiten al proceso exploratorio que les antecede, potenciando la posibilidad de que existieran antes de ser representadas en el lienzo. De este modo, refuerzan una constante en el trabajo de Cabrera: la confluencia de pasado, presente y futuro dentro de un mismo escenario. Como alephs visuales, las piezas en Metanarrativas no son relatos cerrados, sino espacios en constante negociación, donde memoria e imaginación se entrelazan en una danza perpetua entre lo que fue, lo que es y lo que podría haber sido. Cabrera construye multiversos, territorios de posibilidades infinitas, para reinventar la historia y la identidad. Sus obras funcionan como mapas incompletos, donde conviven tanto lo que proviene de la isla como todo aquello que ella ya no contiene. 

Yuneikys Villalonga Miami, FL, enero del 2025.

También podrías leer

Ciudad de México: La capital del arte latinoamericano

Ciudad de México: La capital del arte latinoamericano

México se ha consolidado como la capital del arte latinoamericano, y eventos como Zona Maco 2025 son prueba de ello. Celebrada del 5 al 9 de febrero…
Ariel Cabrera: descubre novedades del artista

Ariel Cabrera: descubre novedades del artista

La pintura contemporánea en América Latina está marcada por artistas que exploran la historia, identidad y memoria colectiva a través de su obra. Es así…
Me interesa una obra