Cartografías de la materia propone un recorrido por la diversidad matérica que atraviesa la práctica artística contemporánea en América Latina. A través de la obra de Ariel Cabrera, Sair García, Azull Martínez, Oscar Murillo, Darío Ortiz (1968), Carlos Vega y Gustavo Vélez, se configura un mapa plural donde confluyen la memoria histórica, la experimentación formal y la potencia de la materia como agente expresivo. Cada uno de estos artistas, desde su singularidad, aborda preguntas que exceden el plano estético para situarse en un territorio en el que lo político, lo cultural y lo simbólico se entrecruzan. En este sentido, la muestra funciona como ventana a un laboratorio visual en el que la materialidad —óleo, acrílico, acero, mármol, bronce— no son simples medios, sino protagonistas que cargan huellas, tensiones y posibilidades.
La producción de Oscar Murillo (1986) se mueve en el terreno de lo gestual: sus telas, cargadas de vestigios de la cotidianidad, aerosol y óleo, señalan cómo la pintura puede ser, a la vez, superficie estética y enunciador de identidad colectiva. Oriundo de La Paila, Valle, se graduó de la Universidad de Westminster y del Royal College of Art en Inglaterra. Influenciado por artistas como Dieter Roth y Franz West, su trabajo alcanzó desde hace más de una década las esferas globales del arte contemporáneo. En contraste, las pinturas de Ariel Cabrera (1982) despliegan escenas que juegan con la ficción histórica, la fragmentación de la memoria y la teatralidad, generando relatos que dialogan con la tradición pictórica y, al mismo tiempo, la reelaboran.
Por su parte, en las obras de Carlos Vega (1972), la historia del arte moderno aparece citada, reconfigurada bajo una mirada crítica e irónica: Frida Kahlo, Picasso o el cubismo se convierten en iconos revisitados que nos recuerdan que el museo y la modernidad son también escenarios de disputa simbólica. De manera distinta, Sair García (1975) convierte el acero inoxidable en metáfora del río Magdalena y de la Ciénaga Grande. Los vistosos palafitos de Nueva Venecia colman sus superficies, convirtiendo el soporte en medio expresivo y conceptual. Lejos estaríamos de pensar que aquellas escenas casi idílicas, cómo suspendidas en el tiempo, nos hablan de manera poética de un terrible acontecimiento: la masacre llevada a cabo en el año 2000 por grupos paramilitares.
A su vez, Darío Ortiz (1968), con su figuración alegórica, ofrece narrativas que evocan lo clásico, pero siempre desde un lugar de enunciación contemporánea, donde los cuerpos y las escenas adquieren un carácter derivativo entre lo histórico, lo íntimo y lo social. Azull Martínez construye composiciones cromáticas que fragmentan y recomponen, que oscila entre lo onírico, lo arquitectónico y lo orgánico, pero también entre lo figurativo y lo abstracto.
Finalmente, Gustavo Vélez (1975), con sus esculturas, devuelve a la materia un aura de dinamismo monumental. Mármol, acero y bronce se convierten en cuerpos ondulantes, presentan grietas y formas que atribuyen movimiento y que remiten tanto a la tradición clásica como a una contemporaneidad en transformación. En conjunto, las obras reunidas en C art o gr af í as d e l a mat eri a configuran un diálogo entre pasado y presente, entre tradición y ruptura, entre permanencia y transformación. Lo que aquí se presenta no es una suma de individualidades, sino un mapeo latinoamericano en territorio expandido donde cada pieza se víncula con las demás, revelando así, la capacidad del arte para interpelar, cuestionar y reinventar lo visible.
Texto por:
Laura Páez
Historiadora de arte