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Instrucciones para quedarse

17 septiembre, 2024

Paso a paso, uno se va hacia adelante o hacia atrás.

Paso a paso, aprendemos a irnos, aprendemos a dejar atrás, aprendemos a soltar. Como la marea, como el columpio, como un tren: vamos y venimos. 

Pero, ¿cuáles son los pasos para permanecer? 

¿Cuáles son los pasos para quedarse? 

¿Alguien ha visto las instrucciones?

Román de Castro

Quedarse no es sinónimo de inmovilidad, sino de una profundización en lo cotidiano, en lo vulnerable, en lo que muchas veces olvidamos mirar. Hoy en día, pareciera ser más difícil permanecer que pasar por alto, que detenernos no en un sentido estático, sino quedarnos en el espacio de reflexión, a experimentar y cuestionar.

La palabra ha sido la columna vertebral de la comunicación, nacida de la necesidad innata del ser humano por expresarse desde el comienzo de su desarrollo. Hemos creado idiomas, dialectos, jergas y códigos, todo derivado del lenguaje, para intentar satisfacer ese impulso. Sin embargo, la palabra no ha sido suficiente; aún sentimos la necesidad de explorar nuevos medios y formas de expresión, y es ahí donde el arte nace como una respuesta contundente que a la par crea con sí misma algunos interrogantes que fortalecen o debilitan la necesidad de apreciar.

Apreciar es desprendernos. No se puede aprender sin dejar de lado cosas que creíamos ciertas en algún momento; no se puede apreciar estando lleno de prejuicios. El arte nos invita a desprendemos de etiquetas para simplemente apreciar, otorgándonos la libertad de no necesitar las convenciones preestablecidas. Para detenernos y entender los mensajes, se debe no encasillar estas creaciones en dogmas artísticos, movimientos académicos o modas pasajeras; simplemente, dejarlas ser.

Y ahí está la razón de ser de las obras de Román de Castro: simplemente ser. Simplemente sentir, simplemente vivir sin artificios ni pretensiones. Tal vez las respuestas que necesitamos nos las otorgue el ejercicio de vivir tal como su obra: de manera directa, como muchas veces lo sentimos, aunque rara vez lo expresamos; vivir sin rodeos, cuestionándolo todo y permitiéndonos sentir.

Para sentir hay que conectar con la vulnerabilidad. 

La vulnerabilidad atraviesa cada trazo, cada objeto, cada intervención; la vulnerabilidad nos conecta con nuestra propia humanidad, porque ¿es acaso posible ser humano sin ser vulnerable?

Permitirnos sentir es permitirnos quedarnos. No hay instrucciones para quedarse, no hay una guía para huir. Quedarse es el primer paso para descubrirlo.

Verónica Hoyos.

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