Fernando Botero, siempre ha sido muy amante a los toros. En su infancia, pasó sus días estudiando sobre toros afuera de las plazas e inmediatamente empezó a dibujar escenas de corridas y a venderlas afuera de estas.
Motivado por su tío Joaquín, un apasionado por el espectáculo taurino, se inscribe en una escuela de tauromaquia, siendo esta una experiencia imborrable para el artista. Al poco tiempo de ingresar decidió que desde la barrera y detrás del lienzo sentía más amor por esto: «Ahí empezó mi afición por el dibujo y la pintura, porque empecé muchos cuadros de toros, a lo mejor soy pintor por eso», afirma el artista colombiano.
Entonces así es como Fernando Botero entabla una conexión con pintar la cultura de la que se rodeó, y décadas después esto sigue siendo una de las grandes características en sus obras. También, nuca se desligó de la cultura de los toros, que durante toda su trayectoria artística ha sido un constante.
Las escenas de la serie de la tauromaquia de Botero, más allá de representar momentos que claramente marcaron su obra, nos regalan magia: los colores fuertes con significados, los claros movimientos capturados, todo el espectáculo con su violencia y belleza. No aparta la esencia del momento de aquellos elementos que están presentes como los trajes, el ruedo, la arena y el público presente.
En sus pinturas, describe con gran precisión los gestos, actitudes, posturas y ambientes que fortalecen una visión única y auténtica del mundo taurino, capturando la esencia y hasta el más mínimo detalle de todo aquello que está presente en la corrida. Así, logra que este espectáculo pueda percibirse de forma llamativa y de grandes proporciones más allá de lo retratado, pues contiene todos los elementos que definen lo particular de su obra: figuras voluminosas, representaciones voluptuosas, juegos de escalas, espacios y volúmenes particulares e inconfundibles en su obra al servicio del torero, el picador, su caballo y el propio toro.
Esta, es una de las tantas series que ha creado el maestro Fernando y se ha convertido en un testimonio duradero de su pasión por los toros y su habilidad para transmitir emociones a través del arte.