Más allá de una muestra que se quiere centrar en lo exquisito que resulta apreciar una obra del maestro por su contenido visual, la exposición “Tiempo, espacio y memoria” asumió la función de homenajear la obra de David Manzur, logrando recolectar gran parte de ella para exponerla durante 3 meses.
David Manzur
David Manzur nació en Neira, una región montañosa al noroeste de Colombia, un 14 de diciembre del año 1929. Durante la época de 1934, sus padres toman la determinación de mudarse al Líbano como consecuencia de una crisis económica, pero no sin antes hacer una escala en España. Así fue como ya en el viaje estalla La Guerra Civil, cambiando por completo los planes de la familia y casi que obligándolos a instalarse en otro lugar, más específicamente en puerto de Bata, capital de la Guinea Española (hoy Guinea Ecuatorial), África.
Cuando en 1939 se finalizó la Guerra Civil española, pareciera que podrían ahora apegarse a su plan original, pero ese mismo año se dieron los primeros enfrentamientos de la Segunda Guerra Mundial. Sus padres, teniendo como prioridad la seguridad y educación de sus hijos, deciden internarse en colegios religiosos en las Islas Canarias. David Manzur recuerda lo estricto que le parecía dicho colegio, y lo difícil que fue estar tan lejos de su familia (estaban a 17 días de distancia). Pero no todo era tan malo, pues ahí tuvo su primer acercamiento con la pintura.
En el comedor del colegio había varios cuadros con obras de grandes pintores españoles: en el comedor había dos cuadros de Zurbarán y uno de Velásquez. Ahí, observando y sin saberlo, este acercamiento despertaría en él un interés por el arte.
Ya a finales de 1946, él y su familia regresaron a Colombia y se instalarían en el municipio de Armenia. Posteriormente, en 1951, partiría a Bogotá, a la Escuela de Bellas Artes, pero no tardaría mucho en abandonar sus estudios allí y así se convirtió en uno de los primeros alumnos de la Escuela de Arte Dramático. Gracias a esto tuvo la oportunidad de conocer a poetas y artistas que le impulsaron a seguir viviendo persistentemente con amor al arte. No en mucho tiempo después, en 1953, hará su primera exposición individual que se llevó a cabo en el Museo Nacional.
En 1956 obtiene la beca de industrial Canadiense Hugh Slight, para estudiar en Nueva York, lugar, como todos los que visita, de los que se lleva una parte para plasmar en sus pinturas.
Hoy en día, a sus 92 años, es uno de los pintores más importantes y queridos del país. La poesía y teatralidad que tienen sus obras es difícil de encontrar en otros autores. En 2019 fue condecorado por el expresidente Iván Duque con la orden de Boyacá.
Tiempo, espacio y memoria
El conjunto de obras que habitaron la Galería Duque Arango durante la exposición, muchas provenientes de colecciones privadas, hacen referencia antología de la producción del pintor colombiano. No todos sus periodos estuvieron en esta muestra, pero advierte sobre importantes temas y momentos por los que ha transitado en la vida de artista desde 1973 hasta 2022.
Quienes la visitaron más de poder deleitarse por el magnífico trabajo de la puesta, pudieron apreciar, contrastar y recorrer las series de Las Ciudades Oxidadas, Los Caballos, Las Meninas, de instrumentos musicales, naturalezas muertas, y mujeres; así quien la presenció podría conocer pequeñas partes de la vida de Manzur plasmada disimuladamente en sus cuadros:
Analizar la obra de David Manzur, es una tarea de descubrimientos e indagaciones que implican encontrar particularidades exigentes en varios niveles de significados, asociados a las visiones del artista, y, definitivamente, a un amplísimo arco de intereses personales y profesionales; de preocupaciones religiosas y metafísicas presentes en un universo por el imaginado vertido sobre lienzos y papeles. Escenarios de dramas universales poblados de personajes humanos, de animales, de objetos, donde cada uno pareciera ser la visión del Génesis, del nacimiento de algo que el artista no llega a develarnos. Sus temas escapan a un tiempo cronológico para pasar al territorio de un tiempo abstracto que se sumerge en pasados y futuros para transformarse en figuraciones de presentes posibles en la Esencia y el Ser de la pintura; a la vez de figuraciones intimistas, de tesis y antítesis: soledad-plenitud, tristeza, alegría, fantasía-realidad, fortaleza-fragilidad, libertad-enclaustramiento, de naturaleza enigmática y espíritu trascedente, de una realidad de arte y humana en triple acción: lo personal, lo ético y lo esté – tico. Las suyas son narrativas urbanas contemporáneas de ficciones extraídas de varias fuentes que se transforman en existencias de un creador honesto para quien el arte ha sido la razón de su larga vida. Cada obra de Manzur, con su propio resplandor, rompe con las reglas canónicas de la creación artístico-plástica, siendo la más importante el establecimiento de un ciclo abierto de comunicación entre ellas, al mismo tiempo que a cada una le corresponde su espacio propio e individual, pero al analizarlas en proceso de creación, este ciclo comunicante la convierten en un “colectivo”, esto es, en un ente único de propuesta visual de formidable cualidad estética formalista. Son escenas de teatro, donde los personajes narran su propia historia, la de todos los seres humanos, historia vital auténtica que se expresa dentro de un universalismo figurativo en contraposición a un universalismo constructivista. El artista se aleja de lo pintoresco y lo anecdótico, para dejar al descubierto solo lo esencial: una figuración en dimensión universal, sin estridencias expresionistas, pero si plena del vigor de una poética visual recia, en algún recodo melancólica de un presente que se escapa.
Bélgica Rodríguez, 2022
El dramatismo constructivista plasmado en la pintura de Manzur es inigualable, tiene la capacidad de combinar el arte tradicional con la pintura modernista, apoyado en referentes importantes en la pintura sin dejar perder en ningún momento su huella personal, haciéndolo un experto en dibujo, pintura, anatomía y composición.
Agradecemos no solamente al maestro Manzur, también a todos quienes asistieron a la inauguración y durante los 3 meses de exposición. La Galería Duque Arango busca seguir siendo un referente y punto de encuentro donde se pueda vivir la pasión por el arte latinoamericano.