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Intimidad, movimiento y cotidianidad: la obra de Darío Morales

21 abril, 2023

Darío Morales nació en 1944 en Cartagena. Es considerado uno de los artistas más importantes de Colombia en el siglo XX por una obra única y realista la cual se caracteriza por una exploración de la figura humana y su manera de habitar el espacio.

Darío Morales nació en Cartagena el 6 de agosto de 1944. Estudió desde los 12 años en la Escuela de Bellas Artes de Cartagena, a los 14 años realiza su primera exposición junto con sus compañeros. En 1962 ingresó a la Escuela de Bellas Artes de la Universidad Nacional de Bogotá. En 1968 realizó una importante exposición individual en la Biblioteca Nacional de Bogotá. Ese mismo año se casó con Ana María Villa y viajó a París para estudiar grabado en el Atelier 17, con S. W. Hayter.

En la década de 1970 comenzó a explorar el estilo que lo definiría: una teatralidad artística que emula perfectamente el cuerpo en distintos lugares; una representación de cómo la figura humana puede evocar emociones en la cotidianidad y cómo una escena en la que aparentemente no sucede nada extraordinario puede llegar a generar emociones y cuestiones en el espectador.

 En sus obras es común ver momentos cotidianos imaginarios -o no- plasmados.

Una de las características más destacadas de la obra de Morales es su habilidad para retratar la figura humana con gran detalle y sensibilidad. Sus retratos son muy realistas, pero también están llenos de emoción y psicología. 

Su obra también se caracteriza por el manejo que le daba al color: en sus cuadros hay una predominancia a colores brillantes y saturados que dejan como resultado escenas llenas de vitalidad. Sin embargo, cuando le quería dar un torno distinto a su obra se pueden apreciar tonos más oscuros y sombríos que recuerdan a la tristeza y la soledad.

Morales acostumbraba a no mostrar los rostros de las mujeres que retrataba, generando incluso que la escena parezca más íntima y natural.

Nos deja ser partícipes de sus obras por medio de la observación y la estimulación de los sentidos. Sin dejar muchas pistas se nos facilita saber qué está sintiendo el personaje en la escena, sin necesidad de ver su rostro entendemos sus intenciones. Más allá de solo el personaje, nos regala un universo que lo acompaña que no se sale de la cotidianidad, sin necesidad de paisajes complejos en historias, nos pone en el lugar de la obra perfectamente sin generar confusiones que quienes la admiramos.

Morales se declaró en repetidas ocasiones intencionalmente fuera de las corrientes de vanguardia, porque su interés estaba más cercano a los maestros del siglo XIX como Jean Auguste-Dominique Ingres. Desde finales de los setenta hizo esculturas en bronce, desnudos femeninos en diferentes posiciones y actitudes, algunas escenas de taller en las que se retrató con la modelo y, al final de su vida, bodegones en bronce exquisitamente patinados a partir de objetos encontrados.

Cuando supo que la muerte se aproximaba inexorablemente, el artista forjó una serie de naturalezas muertas. aferrándose al volumen y a la piel de la realidad que se les escapaba a sus 44 años. Planeó que su cuerpo fuera cremado y sus cenizas se arrojaran al mar de Cartagena frente al gigantesco estudio que estaba construyendo en la vieja casa de Pedro Romero en la Calle Larga. Fue el primer artista en Cartagena, en decidir reposar para siempre en las infinitas olas. Finalmente, muere en París, el 21 de marzo de 1988.

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