La serie «El Circo» de Fernando Botero es una colección de pinturas que capturan la esencia y la atmósfera del mundo circense. A través de su característico estilo, Botero retrata a los artistas, animales y demás elementos en espacios llenos de color y vitalidad. Esta serie está conformada por 32 óleos y 20 dibujos, manteniendo su técnica única en la que retrata tanto a los artistas del circo como a los animales con figuras voluminosas.
Botero viaja a Zihuatanejo, México, y visitó el Circo Atayde, el cual le recordó su infancia en la Medellín de los años 30, cuando con seis años visitó por primera vez un circo. Ahí, décadas después, se le ocurrió la idea de crear esta serie. Botero quiso llenar de color, formas y expresiones a estas obras, para que pudiera transmitir alegría y optimismo al público, pues se interesó en la filosofía del arte del circo y la vida de los nómadas cirqueros, la cual siempre estaba llena de dinamismo y talento artístico, así que retrató esta idea asegurándose de que el color fuera exagerado, pues era algo totalmente natural y característico de los espectáculos.
En la serie, a primera vista, es evidente el uso de una paleta vibrante y tonos intensos que llaman la atención del ojo. Los colores vivos resaltan la alegría y la festividad que transmite estar en presencia del circo y los contornos exagerados y las formas redondeadas infunden a las pinturas un sentido de armonía y plenitud. Además, el artista presta especial atención a los detalles, mostrando cada pequeño elemento con minuciosidad y precisión.
Pero más allá de la efusividad explosiva que las obras de arte de Fernando Botero nos presentan en un primer plano, él explora temas más profundos. Aunque sus pinturas transmiten una sensación de alegría y diversión, también evocan un sentido de melancolía y soledad. Los artistas circenses, a pesar de su presencia física imponente, a menudo se presentan con rostros serios o melancólicos, quizás sugiriendo las dificultades y sacrificios que conlleva su profesión. Esta dualidad entre lo festivo y lo introspectivo agrega una capa adicional de complejidad.
Así, Fernando Botero logra representar en esta serie lo que es el circo: en una primera impresión todo es color y alegría, pero si nos quedamos analizando estos colores que irradian felicidad se tornan en rostros melancólicos y cansados.